Botas para caminar

La sociedad se transforma y se adapta a los cambios en la tecnología, pero ¿está siendo la gestión del cambio acertada? En este artículo, Guillem Orpinell nos habla sobre nuestra relación con la tecnología, sobre habilidades digitales y sobre un latente colectivo: los desempoderados digitales -un concepto del que poco se ha escrito, pero que da mucho que hablar. No seré el primero que haya visto un taxista consultar el callejero para situar la ubicación de una dirección desconocida, personas buscando trabajo sin conocer LinkedIn o comerciales que no conocen la sincronización de contactos en la nube. Tampoco seré el único que mire la pantalla del móvil por hábito, que permita que la batería haga de su vida un estrés o que se ponga de los nervios cuando Internet va más lento de lo habitual. ¿Está avanzando la sociedad a la misma velocidad que la tecnología? ¿Estamos preparados para los cambios que ésta impone en nuestras vidas?

Los smombies nos invaden

El pasado abril, Augsburgo se convertía en la segunda ciudad alemana en sumarse a un proyecto que trata la relación entre el móvil y el peatón. Sus autoridades viales han instalado semáforos especiales en el pavimento de algunos cruces de tranvía para prevenir a los smombies (un juego de palabras entre smartphone y zombie) de accidentes graves o mortales. Pero hay más. [caption id="attachment_2413" align="aligncenter" width="443"]

Foto: Duncan Harris de Nottingham, UK - Mansion House. Bajo Licencia Creative Commons - CC BY 2.0[/caption] Según una encuesta reciente del organismo certificador DEKRA, realizada en seis capitales europeas -Ámsterdam, Berlín, Bruselas, París, Roma y Estocolmo-, casi el 17% de los peatones utiliza su teléfono móvil cuando camina por la calle. De hecho, según otro estudio de Pew Research, más de la mitad de los encuestados han chocado o tropezado por la calle en alguna ocasión mientras iban, distraídos, mirando su dispositivo. Con estos datos, no es de extrañar que incluso países como China o EEUU hayan comenzado a preocuparse por aquellos peatones que deambulan sumergidos en las pantallas de sus teléfonos inteligentes. Casos que ponen de manifiesto cómo la sociedad se transforma y se adapta a los cambios en la tecnología y que nos invitan a preguntarnos si la gestión de ese cambio está siendo acertada.

Los jóvenes, los adultos y sus habilidades digitales

Hace unos meses, el organismo regulador Ofcom realizaba un estudio sobre jóvenes británicos entre los ocho y los quince años y su relación con la información que encontraban en Internet. Entre otros resultados, la investigación revelaba que este sector de la población se estaba volviendo cada vez más crédulo: uno de cada cinco jóvenes pensaba que la información que encontraban en los resultados de búsqueda de Google o Bing era siempre verdad. Podríamos argumentar que, a esa edad, muchos no tienen todavía la suficiente experiencia, conocimiento y/o espíritu crítico para distinguir lo verdadero de lo falso. Pero lo cierto es que al repetir el estudio entre la población adulta, los resultados no fueron mucho mejores.

Son necesarios ciertos conocimientos, ciertas habilidades, para moverse sin problemas por los entornos digitales: las llamadas competencias digitales.

A los participantes (adultos) se les mostró una imagen de los resultados devueltos por Google a la búsqueda "botas para caminar". Los tres primeros estaban marcados con la clásica etiqueta de color naranja con la palabra "Ad" escrita en ella, identificándose como anuncios. Sin embargo, el 51% de los participantes en el estudio no se percató de que estos resultados eran, en realidad, enlaces patrocinados, es decir, que estaban haciendo clic en contenido publicitario. La conclusión de este segundo estudio fue tan sorprendente como demoledora: los adultos británicos no saben reconocer cuándo un resultado de Google es en realidad un anuncio por el que una empresa ha pagado

en vez de un resultado orgánico.

Los desempoderados digitales

Nunca ha sido fácil separar el grano de la paja, y parece que Internet no es ninguna excepción. Ello nos demuestra que son necesarios ciertos conocimientos, ciertas habilidades, para moverse sin problemas por los entornos digitales: las llamadas competencias digitales. Eso conlleva conocimientos básicos de inglés, nociones de navegación segura, entendimiento de los aspectos básicos -y no tan básicos- de la complejidad digital, entre muchos otros aspectos. Estas habilidades digitales permiten a los usuarios un acceso a productos y servicios de lo más cotidianos: la compra online de billetes de tren, la consulta de análisis médicos o la comunicación por Whatsapp con la familia. Además, es necesario disponer de las herramientas digitales que permiten navegar por Internet. En mi opinión, carece de sentido tener que ir de forma cotidiana a la biblioteca pública para leer tus Whatsapps. Así pues, necesitamos tener suficiente dinero para poseer un smartphone o una tablet. Y, no menos importante, la infraestructura de telecomunicaciones tiene que estar preparada para un acceso estable a Internet. [caption id="attachment_2414" align="aligncenter" width="450"]

Foto: "Computers" de Jody Morris, bajo licencia Creative Commons - CC BY SA[/caption] Al mismo tiempo, es importante entender la figura de los inmigrantes digitales. Lo son la mayoría de personas con más de 40-45 años y reciben esta denominación porque, durante su etapa formativa, no han tenido la tecnología digital como una herramienta de trabajo ni de ocio. En algunos casos, las circunstancias laborales han forzado a estas personas a adaptarse al mundo digital, por lo que las habilidades digitales de este colectivo conforman una amalgama muy heterogénea. Aún así, si pudiéramos representar la distribución, creo que el resultado sería notable: una campana de Gauss donde podríamos interpretar unas competencias digitales insuficientes. Con estos 3 ingredientes, tenemos la fórmula que define el desempoderado digital:

Desempoderado Digital = (‘Inmigrante digital’ AND [‘Insuficientes habilidades digitales’ OR ‘Falta de acceso cotidiano a Internet’])

Es decir, si tu padre es un inmigrante digital que no sabe desenvolverse con soltura ni autonomía en el medio digital o no dispone de medios para acceder a Internet de forma recurrente (por ejemplo, porque vive en una zona rural), podemos considerarlo un desempoderado digital.

Un desempoderado digital es aquella persona que no sabe desenvolverse con soltura ni autonomía en el medio digital o no dispone de medios para acceder a Internet de forma recurrente.

¿Por qué es tan importante el ingrediente ‘inmigrante digital’? Por una cuestión sociológica y etimológica. La razón etimológica explica que el término [des]empoderar se aplica siempre a colectivos desfavorecidos. Se trata de un colectivo desfavorecido porque en su entorno son 'inmigrantes' para los que solucionar un problema digital se convierte en una tremenda montaña (a su inseguridad y desconocimiento se suma el hecho de encontrarse solos, con sus hijos a menudo atareados o residiendo en otros países). Teniendo en cuenta que a una mayoría de nativos digitales (nacidos después del 1975) ese mismo problema digital no les supondría una gran barrera, está justificado considerar a este colectivo como posibles 'desempoderados'.

Reflexionar, Repensar y Rediseñar

Por un lado, la latente invasión smombie o nuestro mismo apego al móvil, que parece evidenciar cierta falta de preparación ante los nuevos avances tecnológicos. Por otro lado, tal y como indica James Thickett, el director de investigación de Ofcom, los estudios que demuestran "una necesidad de mejorar las habilidades online” tanto en jóvenes como en adultos. Y, en último lugar, los desempoderados digitales presentes en nuestro entorno (padres, abuelos, tíos,...) pero invisibles para muchos sectores que utilizan como medio el canal online. Todo son invitaciones a reflexionar acerca de la relación que tenemos con la tecnología, nuestras habilidades digitales y los impedimientos cotidianos a los que se enfrentan los desempoderados digitales. Un reto de escala mundial. Una evolución tecnológica exponencial. Un debate urgente, complejo y necesario. ¿Os apuntáis?

Los desempoderados digitales fue uno de los temas abordados en la primera edición de OuiShare Fest Barcelona en 2015, en la mesa redonda sobre economía colaborativa y los riesgos de exclusión de determinados colectivos sociales. En ella participó Guillem Orpinell. Puedes ver el vídeo completo a continuación:

[embed]https://youtu.be/P6brgnMSFrU?list=PL8Bt3EbdmpKNttv6Wz2U80osj0k5uOPKO[/embed]   Artículo escrito por Guillem Orpinell

Estudios en Eng. de Telecomunicaciones, formador en soft-skills y entusiasmo por la sistémica. En 2014, fundó una empresa llamada Mirmiki con el objetivo de ayudar a los particulares a resolver aquellos problemas relacionados con la tecnología. Ha estado trabajando en industrias de desarrollo de aplicaciones y de juegos online, y es voluntario en organizaciones como BEST, Toastmasters, TEDxBarcelona, OuiShare, MakeSense y Global Shapers. En Twitter es @urpi5.