¿Porqué crece la economía colaborativa?

Según un estudio encargado por Airbnb y realizado por IPSOS, en EEUU, la mayoría de las personas que comparten lo hacen para contribuir a hacer un mundo mejor.

Según un estudio encargado por Airbnb y realizado por IPSOS en EEUU, la mayoría de las personas que comparten lo hacen para contribuir a hacer un mundo mejor. La economía compartida tiene un valor global estimado en $26 000 millones e incluye plataformas online que hacen más fácil hacer cosas como alquilar habitaciones libres (Airbnb), compartir coche (Zipcar), intercambiar ropa (ThredUp), incluso, cómo no, compartir comidas caseras con tus vecinos (Shareyourmeal). Este nuevo estudio incide en las motivaciones de la gente para compartir y sobre el futuro del mercado. No sorprende a nadie que los adultos menores de 35 años son los que más cómodos se sienten en el entorno digital y por tanto son los más susceptibles de alquilar o compartir en línea en vez de comprar y poseer. La mayoría de los encuestados (77%) considera la economía compartida como una excelente manera de ahorrar dinero, pero entre aquellos que lo han probado, un 36% afirmaba que su motivación era filosófica y no económica. Anunciar en internet cosas que no utilizas o una habitación libre se considera una manera de ayudar a otras personas, y para uno de cada cuatro, también contribuir a la sostenibilidad. Es interesante especular sobre lo que estos resultados podrían implicar para el futuro de esta economía. Por un lado, cualquier producto o servicio que proporcione beneficios emocionales y se integre positivamente con la identidad profunda de una persona es muy probable que sea una elección permanente y que produzca una fuerte lealtad de marca. Las respuestas indican una creencia generalizada en la economía colaborativa. La mayoría la identifican como una nueva tendencia (60%). Más de la mitad que han probado servicios relacionados con la economía compartida afirman que lo recomendarían, lo que indica una fuerte trayectoria de crecimiento potencial. Estas conclusiones concuerdan con las proyecciones de los analistas respecto al crecimiento de este consumo alternativo. Por otro lado, si la economía compartida se vincula excesivamente a una filosofía o a una visión de la vida determinada, podría estar condenada a seguir siendo una actividad minoritaria o una moda pasajera. Estudios efectuados con autodenominados consumidores "ecológicos", por ejemplo, indican que el interés decayó tras la depresión económica del 2008. Para que el consumo colaborativo trascienda a los actuales defensores a ultranza, estas empresas deberían seguir presentando sus servicios como "algo que hacen las personas que no solamente quieren hacer las cosas bien pero también como algo que hacen las personas listas". Artículo de Anya Kamenetz aparecido en el portal www.fastcoexist.com. Trad.: Esther Val