4 herramientas para cultivar la economía colaborativa

La economía colaborativa ofrece nuevos y significativos modelos para el desarrollo de las regiones y nuevas fórmulas de participación y de financiación de proyectos. En Burdeos discutimos las herramientas para cultivar esta oportunidad del siglo XXI.

Entre el 4 y 5 de julio de este año estuvimos en Cenon, participando en el primer foro de economía colaborativa y territorios, respaldado por la Comunidad Urbana de Burdeos y el Consejo General de Gironda. Un evento precursor para una zona que está apostando por una economía de oportunidades sin precedentes.

De hecho, la economía colaborativa ofrece nuevos y significativos modelos para el desarrollo de las regiones: nuevos patrones de consumo que favorecen el uso frente a la propiedad, nuevas formas de producción peer-to-peer o entre iguales, nuevas relaciones de confianza basadas en el uso común, las redes sociales y la proximidad, y nuevas fórmulas de participación para financiar proyectos.

Esta economía naciente reúne en estos momentos a numerosos actores de distintos status: abarca desde cooperativas a empresas emergentes, pasando por emprendedores independientes, asociaciones e incluso algunas grandes empresas. Propone una amplia gama de soluciones y servicios con los que satisfacer expectativas concretas para usos secundarios específicos. Hay plataformas de alquiler entre particulares (plataformas generales como, por ejemplo, Zilok, especializadas en el automóvil como Drivy, o en apartamentos como AirBnB …), dispositivos de financiación participativa (Ulule, KissKissBankBank o HelloMerci, Prêt de Chez Moi), y también nuevas áreas de fabricación (FabLabs) o de trabajo en modo colaborativo (Coworking), personas que se organizan para compartir desplazamientos y coche (con el apoyo de plataformas globales como Blablacar y locales como Covoiturage Grand Lyon) e incluso canales de distribución que se están reorganizando para aproximar a productores y consumidores (como La Ruche Qui Dit Oui en el sector alimentario).

Se están desarrollando todo tipo de comunidades de confianza en torno a estas nuevas actividades económicas y enclaves de colaboración, tanto locales como en la red. Estas comunidades le dan aún más fuerza a esta dinámica, permitiendo que las regiones produzcan riqueza económica, mejoren la calidad de vida de sus habitantes, y atraigan turistas o nuevos residentes, mientras reducen al mínimo los impactos negativos sobre el medio ambiente y contribuyen al fortalecimiento de los lazos sociales en torno a valores colaborativos.

Creemos que las áreas que cultiven un terreno fértil para esta economía de colaboración serán mucho más resistentes ante las crisis y más ágiles a la hora de reconocer las oportunidades del mundo que nos rodea. Operacionalmente, queremos presentar cuatro herramientas con las que lograr los objetivos planteados anteriormente.

1 – Crear una base de conocimientos para compartir el “código fuente” de los proyectos de colaboración

La fórmula más eficaz para acelerar la difusión de nuevos modelos de economía cooperativa y fomentarlos en su más amplio sentido, es compartiendo su “código fuente”. Es decir, compartiendo prácticas, modelos de organización colaborativa, artimañas legales, sistemas de gobierno, y los nuevos business models que han generado, etc. Este conocimiento se combinaría en una plataforma colectiva, abierta y constituyente de un bien común, útil para todos. Dicha plataforma también debería ser alimentada, protegida y gestionada por la comunidad de emprendedores colaborativos del territorio.

Éste, por ejemplo, es el enfoque de Movilab, una incubadora de proyectos de vida sostenibles que funciona gracias al intercambio de conocimientos y el acceso libre a una base de datos común por medio de una wiki colaborativa. Imagination for People, una comunidad internacional de ciudadanos dispuestos, está realizando asimismo una gran labor identificando experiencias de innovación social con el fin de explorar la posibilidad de reproducirlas. Esta plataforma, que funciona a nivel local en la zona de la Bretaña, se alimenta gracias a la Asociación Collporterre en el ámbito de Bretagne Créative, una red abierta y colaborativa de la innovación social regional.

2 – Crear un nuevo tipo de incubadora para emprendedores colaborativos

Cualquier región que quiera fomentar actividades viables en el campo de la economía colaborativa debería empezar atrayendo a las nuevas generaciones de empresarios, tanto para iniciar su actividad, como para apoyar su desarrollo. Estos empresarios necesitan una incubadora atípica que les permita inventar un nuevo género de modelos de negocio (gestión de plataformas de servicios peer-to-peer, funcionamiento en código abierto, incentivación de sistemas de aceptación, uso de redes sociales) para así atreverse a tomar riesgos explorando los límites de la “zona gris” legislativa y, a la vez, sentirse conectados con la comunidad nacional e internacional de empresarios similares.

Establecer una incubadora de proyectos heterodoxos en un área permitiría apoyar el surgimiento de nuevas actividades nacidas por iniciativa de las fuerzas vivas locales. Esto permitiría a la comunidad concretar el tipo de proyectos que desea apoyar, anclarlos sobre la región y, sobre todo, apoyarse en los emprendedores ya comprometidos de la sociedad civil para acompañarlos durante todo el proceso de creación colaborativa.

3 – Apoyar y facilitar nuevos espacios propicios para la colaboración y el intercambio

Las plataformas online no son suficientes pues los ciudadanos-empresarios necesitan lugares para reunirse, trabajar juntos, o simplemente salir de los tradicionales espacios de trabajo. Espacios de coworking, FabLabs, hackerspaces… lugares innovadores que puedan ser adoptados por las comunidades colaborativas, para permitir la realización de encuentros sorprendentes y, también, establecer relaciones duraderas y de confianza. Es el caso de Mutinerie en París (simultáneamente espacio de coworking, centro de formación, lugar de encuentro para eventos, centro de distribución de alimentos con La Ruche Qui Dit Oui…). Estos lugares tienen un verdadero potencial para convertirse en centros neurálgicos de la vida local y la economía colaborativa de la región.

Combinado con las comunidades de innovación “sin suelo” o “en línea”, como OuiShare por ejemplo, estos lugares pueden ser estupendos catalizadores para la innovación, ya sea para emprendedores independientes, empresas incipientes, o iniciativas de cooperación… siempre y cuando sean correctamente impulsados y no constituyan un simple cascarón para albergar actividades triviales. En los mercados inmobiliarios desplegados, los modelos económicos de las estructuras que gestionan estos espacios son frágiles, y elegir su ubicación geográfica es difícil si se quiere cumplir plenamente con su función de riego y emblematización del conjunto de la comunidad local. Por ello, el territorio debe movilizarse en su conjunto (entidades públicas, grandes empresas, ciudadanos…) para financiar estos lugares, instalarlos de manera duradera en el espacio, alentarlos y hacerlos destacar.

4- Desarrollar el uso de plataformas de financiación participativa

La financiación participativa da a conocer y congrega a las comunidades de confianza. Es una poderosa palanca para mantener el desarrollo y despliegue de proyectos de economía colaborativa. Así, en lugar de esperar apoyo público y convocatorias de proyectos designados por las comunidades, todos los actores locales (incluyendo las comunidades) podrían participar en campañas de financiación participativa para proyectos elegidos a nivel local.

Yendo más lejos, ¿por qué no imaginar que las comunidades puedan financiar colaborativamente los proyectos públicos que quieran llevar a cabo?

Algunas demarcaciones ya han dado este paso: en 2012 la región de Auvernia puso en marcha con el apoyo de Ulule un mecanismo para financiar proyectos en su circunscripción. Doce proyectos han visto ya la luz movilizando 50.000 euros de financiación con más de 900 donantes, privados o públicos, grandes o pequeños (Crédit Mutuel, 3inature, Herbal T, Volvic, EDF, GDF-Suez, Banca Nuger, Agencia Comarcal de Turismo del Puy de Dôme, y muchos habitantes de la zona…).

¡Cojamos estas herramientas y manos a la obra!

Como buenos jardineros, hay que evitar tirar de la planta que se quiere cultivar. Mejor remover la tierra y regar su contorno. Entre buenos jardineros, la práctica y la observación del entorno son las que nos enseñan a cultivar un jardín hermoso. Esta es la intención de las cuatro herramientas que proponemos. Para utilizarlas correctamente se necesita indudablemente un poco de soltura… Pero estamos convencidos de que la Comunidad Urbana de Burdeos y el departamento de la Gironda sabrán emplearlas, como pioneros que son, para apoyar la dinámica de la economía colaborativa y la transformación positiva de sus territorios.

Emile Hooge & Antonin Léonard

Este artículo se publicó originalmente en francés en Le Huffingtonpost

Traducido por Susana Merchán Ribera. Editado por Alicia Aguirre De Cárcer - Guerrilla Translation!