Por momentos, parece que ecología y economía son términos indisociables. Sin embargo, en la actualidad, la unión de estos conceptos va más allá de una mera coincidencia gramatical; se trata de una asociación que podría, literalmente, salvar el ecosistema planetario del colapso. Es habitual hablar de economía en términos de maximización de utilidades para unos pocos y sobreexplotación para otros. Se habla del capitalismo como un modelo rapaz, posesivo y poco solidario. En este sentido, parece casi un término opuesto a cualquier intento de optimizar el uso que hacemos de nuestros recursos o priorizar, por ejemplo, el bienestar de las personas que participan en él. La Ecología, por su parte, suele entenderse como el desarrollo de las relaciones humanas y sus interacciones con el medio ambiente, es decir, cómo benefician o perjudican unas especies a otras y el impacto que sus acciones tienen sobre el entorno. Así, se alerta con frecuencia sobre la incapacidad actual del planeta para abastecer a todos y el agotamiento de los recursos naturales; también sobre cómo, cada día, disminuye nuestra esperanza de supervivencia. Estas definiciones ofrecen una percepción limitada de ambos fenómenos, que parecen apuntar en direcciones contrarias pese a estar unidos incluso por su raíz etimológica: Oikos, que significa hogar o casa (Ecología viene de Oikologie = “estudio de la casa”; y Economía de Oikonomos = “administración del hogar”).
Capitalismo Consciente
Durante la crisis que se inició en 2008, en la que el modelo capitalista colapsó, los gobiernos de los países del llamado “primer mundo” se vieron en la necesidad de tomar medidas urgentes para frenar la recesión económica. También comenzaron a introducir en su discurso ideas como la protección del medio ambiente, al probarse que el desarrollo y el bienestar de las personas no pueden ni deben ir desligados de la preservación de los recursos naturales como bien finito que ha de asegurarse para las futuras generaciones. [caption id="attachment_2465" align="aligncenter" width="640"]
Hora punta en Copenhague, donde el 45% de la población va al trabajo o a clase en bicicleta. Autor: Heb. Bajo licencia Creative Commons CC-BY-SA 3.0[/caption] Es por esto que hoy en día nacen términos como “Economía Ecológica”, “Economía Verde” y/o “Capitalismo Consciente” que buscan un modelo de desarrollo capaz de mantener en equilibrio las ganancias de las empresas y el bienestar de las personas, además de reducir la huella ecológica. Escandinavia, por ejemplo, es uno de los líderes mundiales en laimplementación de políticas que contribuyan a un desarrollo sostenible
, basadas en la reducción de emisiones de gases con efecto invernadero, la creación de empleos y el alivio a la población vulnerable, y el aprovechamiento eficiente de los recursos naturales. Esto incluye, además, la minimización del impacto ambiental y la promoción de la producción limpia, es decir, con estricto cuidado en los procesos de fabricación de todo aquello que va a salir al público, evitando que las materias primas no contengan tóxicos y asegurando que no haya daños futuros con su degradación.
Mientras en Europa y Estados Unidos estos otros modelos económicos resuenan con fuerza,en América Latina aún falta mucho por explorar.
En la búsqueda de esta vida sostenible, otro término que se populariza es el de “Sharing Cities” (o Ciudades Colaborativas). París es un caso claro. Allí, se ha puesto en marcha uno de los proyectos urbanos sostenibles más importantes del mundo: cambiando el concepto de Clichy Batignolles, un barrio rodeado por 45 hectáreas de jardines, huertas urbanas y paisajes acuáticos, que espera vincular arquitectura y protección del medio ambiente. Asimismo, se ha creado la plataforma Réinventer Paris,
que busca promover proyectos de innovación urbana que conviertan a la ciudad en la capital mundial de las ciudades colaborativas. Mediante diferentes herramientas, los parisinos han logrado compartir servicios y bienes con toda confianza, garantizando su uso eficiente entre la comunidad. Proponen de manera consciente reusar, ahorrar e intercambiar, mejorando no solo la conexión entre humanos, sino también cambiando el ciclo de consumo y producción que excede la explotación de recursos. Y es precisamente allí, en París, donde ha nacido OuiShare, que trabaja para la difusión de la Economía Colaborativa en todo el globo.
Los nuevos modelos de startups surgen también con objetivos de responsabilidad social, encuentrando un equilibrio entre la tecnología, el desarrollo y las comunidades.
Entretanto, los nuevos modelos de startups surgen también con objetivos de responsabilidad social, creando organizaciones amigables que encuentran un equilibrio entre la tecnología, el desarrollo y las comunidades. Cada vez son más las nuevas empresas que fomentan la cultura, el compañerismo, la ética y la innovación, y que trabajan no solo por el objetivo de la empresa, sino para todas las personas en las que éstas pueden influir y el bienestar de la tierra.
Del Norte al Sur
No obstante, la evolución de estos fenómenos es desigual. Mientras en Europa y Estados Unidos estos otros modelos económicos resuenan con fuerza, en América Latina aún falta mucho por explorar. Entre las causas, la falta de educación de la mayor parte de la población, la ausencia de políticas gubernamentales para la protección del medio ambiente y el poco apoyo estatal a las iniciativas empresariales más verdes. En la carrera de estos países por mantenerse en pie dentro del sistema capitalista imperante, alimentan la brecha entre los conceptos de economía y ecología, sin reconocer que un crecimiento sostenible es la receta para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las generaciones futuras y también la única manera de vivir en paz los unos con otros y respetando los límites que impone la naturaleza. De este modo, y aunque parece un poco utópico, la Ecología y la Economía no tienen más remedio que trabajar de la mano, bajo el precepto de un planeta finito donde se han de reorientar o integrar los modelos financieros actuales y el estilo propio de vida de las personas, con el fin de mantener el equilibrio que nos exige la naturaleza mientras se garantiza la supervivencia de la raza humana. Foto portada: Bogotá desde Monserrate, por Ángela Sarmiento. Artículo escrito por Ángela Sarmiento
Colombiana, nacida en Bogotá, donde reside actualmente. Estudió Ingeniería Industrial e Ingeniería Informática, aunque en la actualidad trabaja como bloguera y escritora. Es Conectora de OuiShare en Colombia, y tiene su propio proyecto de Economía Colaborativa basado en la concienciación social sobre el impacto ambiental negativo que genera la Industria textil y de qué manera reducirlo mediante un cambio de hábitos en el consumo y producción de la ropa.