Hacia una energía colaborativa

La economía colaborativa ha cambiado el transporte, el turismo, la alimentación, las finanzas o el conocimiento. Es momento de cambiar otro sector clave sin el cual no funciona ninguna sociedad: la energía.

La economía colaborativa está y estará presente en todos los sectores. Ya hemos visto su implacable desarrollo en áreas como el transporte, el turismo, la alimentación, las finanzas o el conocimiento. Es momento de promover la colaboración en otro eje transversal sobre el cual pivota cualquier sociedad: la energía.

El sector energético español, como el de cualquier otro país, es estratégico y sistémico, porque el funcionamiento normal de la economía y la vida de una sociedad depende de la disponibilidad constante de suministro energético en prácticamente todas las actividades y es parte del umbral mínimo de bienestar de la misma.

También es oligopolista, pues la producción y distribución de energía están concentradas en unos pocos actores, que retienen cierta discrecionalidad inversora, no en función del bienestar de los usuarios, sino de sus cuentas de resultados (en un sistema de decisión impecablemente racional). A su vez es ineficiente, porque está basado en una estructura productiva vertical, fuertemente centralizada e intensiva en capital, que pagamos mediante el “déficit tarifario” como mercado cautivo.

La opacidad de los actores energéticos —ocultan información sobre los costes de producción de las distintas fuentes de energía— y la insostenibilidad del sistema —el mix energético está anclado principalmente en la producción de energía mediante fuentes no renovables, como indica el Avance de Informe de REE de 2014— terminan de caracterizar el tradicional y oscuro sector energético.

Cómo pasar a una Energía Colaborativa

Frente a este sector ranciamente convencional nos encontramos la Energía Colaborativa, que se abre camino en aquellos países donde la legislación ha permitido nuevos tipos de gestión energética, como Estados Unidos y Holanda.

Para establecer redes de Energía Colaborativa, deben coincidir cinco factores:

  1. Una infraestructura de redes de suministro de energía, que permita la conexión y el intercambio nacional e internacional de energía.
  2. Una infraestructura de redes sociales para la interacción de los “prosumidores”, con costes de transacción muy pequeños y mercados más transparentes y eficaces.
  3. Una red de pequeños productores, con sistemas eficientes, que permita la participación (liquidez) de los activos de producción energética infrautilizados, por distintos usuarios colaborativos (prosumidores).
  4. Una infraestructura financiera colaborativa, horizontal y abierta, que permita la puesta en marcha de pequeños proyectos de producción energética colaborativa.
  5. Un marco regulador que —al menos— no trabaje contra la “libre iniciativa empresarial”, ni tampoco contra las libres decisiones de los ciudadanos acerca de cómo organizar su estilo de vida y consumo.

En definitiva, si gracias a las redes de consumo y producción colaborativa podemos disfrutar de activos infrautilizados, sin coste marginal, que acentúan la necesaria “tensión competitiva”, y eliminan capas obsoletas de producción, también podemos aplicar este mismo principio en el mercado de la energía.

Mercados Energéticos Colaborativos

Desde hace unos meses, la empresa holandesa Vandebron —literalmente “Desde la fuente”— se ha constituido como una plataforma colaborativa para el suministro de energía directamente de la producción sobrante de algunos pequeños productores de renovables (eólica o solar), como granjas locales, que de esta forma dan liquidez a una inversión ya realizada, con el consiguiente ahorro, mejora de la eficiencia y disminución de costes del sistema.

La contratación y facturación es simple y directa entre productor y consumidor final, y los “votos monetarios” de los ciudadanos deciden en un mercado más transparente y con menores costes de transacción, qué proyectos sostenibles se financian con su participación y consumo.

Con pequeños elementos de producción y almacenamiento (baterías eficientes), incluso los productores de autoconsumo energético vecinos pueden compartir sus “existencias”, allanando adicionalmente los requerimientos totales del sistema y evitando inversión inútil: tan fácil como escoger un coche compartido para viajar o un destino en vacaciones.

Sistemas de Prosumición Energética

Para dar este salto cualitativo es imprescindible contar con sistemas de producción de energía eficientes y de bajo coste de capital, replicables en miríadas de micro-instalaciones y conectados con facilidad a la red.

Sin ser experto, me atrevo a afirmar que esto puede conseguirse mediante la combinación de energía solar fotovoltaica, con baterías eficientes de almacenamiento. Para ello me baso en dos fuentes:

1. Un informe del banco suizo UBS indica textualmente que “las baterías y la energía solar están en el punto de inflexión: los usuarios de electricidad se volverán productores”. En particular, se cita a España (junto con Alemania Italia), como potenciales líderes de este cambio de paradigma.

2. El Rocky Mountain Institute, de Colorado, en un estudio en colaboración con el Departamento de Energía de USA, apuestan por la tecnología de las redes de energía fotovoltaica (DPV's), acompañando la bajada paulatina de costes iniciales de capital, requeridos en la instalación y enganche, con otras mejoras en los costes operativos y de integración en red.

Financiación Colaborativa

Otro factor necesario para la expansión de la Energía Colaborativa es la palanca del sector financiero, que movilice recursos hacia esta dirección. A los sistemas convencionales de inversión, es pertinente sumarles los nuevos modelos de finanzas colaborativas, como el crowdfunding.

La nueva “Ley del Crowdfunding Española”, en fase de proyecto de ley, va a regular la inversión en Plataformas de Financiación Participativa (PFP), como un caso concreto de las acciones de financiación directa multitudinaria, en las que el inversor recibe una compensación dineraria, dejando fuera otras formas de financiación multitudinaria, como las donaciones, compraventas, o préstamos sin interés.

Es una legislación curiosa, que – siguiendo el ejemplo de la JOBS Act norteamericana - tutela al inversor (como “incapaz financiero”), limitando su capacidad inversora a un límite por proyecto (3.000€) y por año (10.000€), argumentado en el carácter arriesgado de dichas inversiones. Esta limitación no se aplica al juego en los casinos o a la especulación en otros mercados financieros (bolsa, derivados o divisas), en los que, no solo no se restringe la inversión a un límite, sino que se permiten los apalancamientos, es decir, las inversiones mediante préstamo, sin tener el dinero necesario para invertir.

En USA la ley del crowdfunding, ha posibilitado la creación de iniciativas como Solar Mosaic, una Plataforma colaborativa de intermediación financiera para las instalaciones de energía solar fotovoltaica, en la que particulares pueden invertir cualquier importe (desde $25) en pequeñas instalaciones, que empresas especializadas alquilan a otros particulares. La plataforma permite la comparación de distintas alternativas de inversión y la monitorización constante de cada inversión, al tiempo que facilita la provisión de energía limpia y asequible a los asociados.

Un necesario marco regulador

La conclusión es que los factores de los que depende la implantación de un modelo de Energía Colaborativa en España dependen en gran medida de la acción política.

El Reglamento de la Ley Eléctrica 24/2013 debe resolver la contradicción entre lo declarado en el preámbulo (“un marco normativo para permitir la libertad de contratación y elección por parte de los consumidores”), y las restricciones y graves limitaciones impuestas en la práctica a esa libertad y que señala el informe del Consejo de la Competencia. No olvidemos que los “consumidores” son los ciudadanos soberanos, consagrados por la Constitución.

Con la misión de diseñar los mecanismos para un cambio de modelo, que facilite la audacia y la creatividad a los emprendedores (individuos, empresas y otras entidades), conduciendo y regulando el sector en busca de una competencia efectiva, sin dejar de asegurar la calidad y extensión del suministro de energía, asequible a todos los españoles.

Que fomente la innovación técnica e investigación científica para el desarrollo de tecnologías eficientes y sostenibles desde todos los puntos de vista (económicos, ambientales y sociales).

Que permita la divulgación, conexión y el refuerzo de actitudes cooperativas entre los individuos que buscan de forma solidaria un mayor bienestar.

La energía, por sus implicaciones bioclimáticas, es el bienestar de todos.

Artículo escrito por Joaco Alegre

Joaco Alegre es artesano librepensador y vicepresidente del Orué, la moneda colaborativa basada en el crédito mútuo surgida en Valencia. Como experto en márketing y product management del sector de la madera, se dedica a asesorar empresas y a diseñar y producir mobiliario con madera reciclada. Síguelo en Linkedin.